Frente al ordenamiento que impuso la pandemia sobre la vida laboral de las y los trabajadores, el Consejo Directivo Provincial de ATE Córdoba realizó el lunes pasado una charla debate virtual donde se abordó la nueva realidad que significa el trabajo a distancia, mal llamado ‘teletrabajo’, para las y los estatales.
Coordinada por la secretaria de Prensa del CDP, Julia Giuliani, la actividad se desarrolló alrededor de las características que definen el trabajo a distancia, el impacto en la vida familiar toda vez que se trata de una modalidad a domicilio, la normativa que la regula, la pérdida de derechos y la sobrecarga laboral que implica, así como cuál debe ser el papel de ATE en este nuevo panorama.
En la oportunidad, participaron como panelistas la secretaria General del CDP de Santa Cruz, Olga Reinoso, la secretaria Administrativa de la seccional ATE Rosario, Sandra Silvetti, y la secretaria de Actas del CDP Córdoba, María Sotti.
Dado que por el horario del taller de formación se superpuso con el Pañuelazo Nacional de la Campaña por el Aborto Seguro y Gratuito, las y los compañeros presentes realizaron el Pañuelazo durante el zoom, resaltando en palabras de la compañera Silvetti que “el aborto es una cuestión de salud pública, una política que el Estado tiene que tomar y esperemos que sea ley. La clandestinidad no salva vidas sino todo lo contrario por eso el aborto es un derecho de las mujeres para decidir su propio cuerpo y su salud”.
En ese sentido, y para lanzar la charla, Giuliani describió que “creíamos que la pandemia iba a durar menos. Por eso es más necesario tener las reglas claras el tiempo que esto dure sobre el trabajo a distancia. Esta formació0n nos ayuda mucho para aprender sobre conceptos como el derecho a la desconexión, el papel de las ART para saber cuál es la cobertura mientras se trabaja en el hogar. Muchas de nosotras tenemos tareas productivas y reproductivas, más la militancia, suman triple tarea para las mujeres”.
Pandemia y nueva vida laboral
El taller comenzó con la exposición de Olga Reinoso, que desde Santa Cruz inició diciendo que “el teletrabajo es una modalidad que no está incluida en el convenio colectivo de trabajo y que requiere un debate más extenso que el debate liviano que se pretendió dar en el Congreso Nacional”.
“Esta pandemia modificó la vida cotidiana de las y los trabajadores, tanto por las cuarentenas y los aislamientos prolongados que nos obligan a estar dentro de casa como en cuanto medida sanitaria. Los distintos DNU como el 260 que ampliaron la cuarentena y el aislamiento, al igual que la resolución del Ministerio de Trabajo que suspende de la concurrencia al sector de trabajo, más la posterior obligación de aislamiento a los grupos de riesgo por el decreto 297, son normativas que se incorporaron en la medida que se fue prolongando la pandemia. El decreto 367 reconoce como enfermedad laboral al Covid 19 y obliga a las ART a dar cobertura, se establecieron licencias”, destacó la dirigente.
Pero Aclaró que “solo el 20% de los y las estatales accedieron a las licencias por atención de niños en edad escolar y un 5% tiene otro tipo de licencias. El 75% continúa trabajando en cuarentena realizando tareas. De ello, un quinto realiza tareas esenciales, el resto realizando tareas desde la casa e incorporando el trabajo remoto, donde la más perjudicada somos las mujeres. Un grupo importante que se ocupa de las tareas de cuidado, desde el confinamiento a tiempo completo, donde se superpone el trabajo remoto con la tarea de cuidado en el hogar. De esta forma, sucede que las y los trabajadores en esta situación extienden sus jornadas cuatro horas más”.
Las cifras son una recopilación realizada en base a datos de ATE, junto a un comparativo de la legislación en Latinoamérica. “Desde el 96 le convenio de la OIT 177 que habilita el trabajo en el domicilio. Allí aparece la palabra ‘ocasional’. Luego, la resolución 1552/2016 de la Superintendencia de Riesgos de Trabajo establece que el teletrabajo es ‘la ejecución de actos, obras o prestación de servicios realizados total o parcialmente en el domicilio del trabajador, o en lugar distinto al habitual, con tecnología, información y comunicaciones distintas a las habituales’. Por lo tanto, el teletrabajo es una modalidad del trabajo que se instala sin regulación y nos pone en contradicción porque nos obliga a discutir a la baja derechos de los trabajadores”, dijo Reynoso.
“En el marco del aislamiento aspo, el teletrabajo es una modalidad de emergencia. En Santa Cruz no está reglamentada en el convenio y nosotros lo descartamos absolutamente. Obviamente nosotros lo rechazamos porque pretende establecer acuerdos voluntarios, que claramente no lo son. Así, en este contexto de aislamiento, se establece la obligatoriedad de realizar el teletrabajo pero hay varias cosas a tener en cuenta: primero, regular la jornada de trabajo que limite las llamadas y los correos electrónicos a horarios que tiene que estar adaptados a la situación de compañeras y compañeros que acepten voluntariamente hacerlo, ya que la superposición de la vida familiar y laboral interfiere en el desempeño por lo que es necesario establecer la excepcionalidad de esta modalidad de trabajo”, continuó la dirigente patagónica.
“Otro aspecto -señaló- es la brecha digital a partir de la conectividad, de los recursos tecnológicos que pone el y la compañera, ya que no se está dando el recurso desde la patronal. Al mismo tiempo se pide la suspensión de la evaluación, al no está reglamentada la modalidad, para ningún tipo de ascenso o recategorizaciones o pases a planta”
“Esta modalidad de trabajo profundiza las desigualdades y visibiliza aún más las precariedades con que las y los trabajadores estamos prestando servicio. La crisis genera un fuerte impacto en la sobrecarga de tareas y de manera potenciada a las compañeras mujeres por eso estos debates vienen a poner un marco para fijar la posición de los trabajadores del Estado, en tanto crisis de Covid. Nos quieren plantear que hay bondades con esta modalidad, cuando pone a tiempo completo la superposición de dos tareas. Dicen que se acorta la cadena de cuidado, que estamos más tiempo en casa, que no gastamos tiempo en viajar al lugar de trabajo, y nosotros decimos que hay una superposición tanto del trabajo productivo como del reproductivo”, acusó Reinoso.
Y profundizó asegurando que “teniendo en cuenta que el rol del cuidado queda a cargo de las mujeres, tanto los cuidados de niños como de los adultos mayores, las personas enfermas o con discapacidad. A eso se suman las tareas escolares, que llevan mucho tiempo sentados frente a los dispositivos, además del que ya usamos en nuestro rol como trabajadores. Hay un estudio realizado por trabajadores de Conicet de la UNC, que dice que las tareas que realizan las compañeras se suman a los cuidados de tiempo completo. Como resultado de ello se pierden entre una y tres horas de sueño: perdemos nuestra autonomía en la organización del tiempo.”
La normativa
Seguidamente tomó la palabra María Sotti. “La denominación de ‘teletrabajo’ viene de la mano de la patronal, desde la perspectiva tecnocrática, afirmando que las tecnologías irrumpieron y que hay que adaptar nuevas condiciones de trabajo a esa realidad. Desde los ’90 se vienen digitalizando diversas tareas laborales y allí, en la relación capital trabajo, el capital pretende avanzar sobre derechos de los trabajadores”, comenzó describiendo.
En tal sentido dijo que “las y los trabajadores no elegimos ni el espacio de trabajo ni las herramientas que vamos a utilizar. Pero está claro que ponemos esas herramientas, que están siendo financiadas desde el salario del trabajador. Con la pandemia nos encontramos frente a un estado de excepción en lo laboral pero nuestros trabajos no están en estado de excepción, sino que por el contrario significa una avanzada contra nuestros derechos”.
La secretaria de Actas del CDP, a su vez que trabajadora del Ministerio de Trabajo, denunció que “el trabajo a distancia se vende como la panacea de la deslocalización del trabajo, que nos daría la posibilidad de hacerlo desde cualquier lugar. Pero para las familias de los estatales fue toda una adaptación que incluyó espacios dentro de la vivienda destinados a ser oficina, lo que implica que las condiciones y medio ambiente de trabajo, en tanto lo establecen las normativas internas y la propia OIT, están siendo puestas en suspenso mientras generamos valor a través de nuestro trabajo”.
Y agregó: “con el trabajo remoto no se reconocen las horas extras, además que estamos todo el tiempo dando cuenta que estamos disponibles”.
Sotti organizó la características del trabajo a distancia según cuatro puntos:
- “La deslocalización acentúa el individualismo de los trabajadores, al estar mediados todo el día por la tecnología y sin compartir un espacio de trabajo. No podemos socializar sobre las cosas que nos faltan”.
- “Se genera un desdibujamiento de lo doméstico, en detrimento de las trabajadoras, agregando doble o triple jornada laboral, por la suma del trabajo productivo y reproductivo”.
- “Esta precarización también pone en cuestión el derecho a un salario digno”.
- “Las condiciones de excepcionalidad se imponen de manera arbitraria”.
Por último agregó que “el marco normativo, la ley 27555, está destinado al sector privado pero va terminar siendo el paraguas donde las y los estatales vamos a discutir y prepararnos de cara al futuro, si bien aun no está reglamentada. La ley se queda corta al no garantizar la estabilidad en el empleo ni establecer la corresponsabilidad en el cuidado de hijas e hijos. Por eso es peligroso que una ley no solo atenúe las disparidades entre hombre y mujeres sino que también las profundice”.
El rol de ATE
Por último, Sandra Silvetti, terminó el tramo de las exposiciones apuntando desde el inicio que conceptualmente “el teletrabajo es el avance del capital sobre los derechos de las y los trabajadores. Lo que preocupa de las nuevas modalidades de trabajo es que lo plantearon primero como optativo y después quedó establecido. De esta forma, el patrón irrumpe dentro del hogar, en domicilios donde no había buena conexión de internet o donde hay una computadora para toda la familia, donde se reduce el espacio para estar en la casa. No es como la mirada romantizada que nos vende el capital sobre trabajar en la casa, mostrándolo como algo beneficioso”.
La dirigente rosarina dijo que “nuestro desafío es organizarnos para contrarrestar esto. La ley no se va a aplicar hasta después que termine el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO). Además, no hay recomposiciones salariales, el trabajador debe procurarse la conexión de internet o de mejorarla en el caso de que sea de mala calidad. Lo mismo con los dispositivos tecnológicos”.
Y consideró que “como organización sindical, si el teletrabajo vino para quedarse, hay que hacer lo suficiente para que logremos defender los derechos de las y los compañeros y no permitir que el capital avance sobre esto. Es el desafío de organizarnos desde la solidaridad”.
Porque aseguró que “con la pandemia avanzó la precarización en el Estado nacional y provincial. Y tiene cara de mujer. Tenemos que luchar contra la naturalización de esta situación y del cada vez mayor alejamiento de nuestros sueldos del salario mínimo vital y móvil. Tampoco debemos naturalizar que por el hecho de ser estatales debemos ser trabajadores pobres y cobrar salarios por debajo de la línea de la pobreza”.
Por eso concluyó analizando que “esto no tiene que ser el fin del derecho de los trabajadores. Así y todo, la otra cosa que deja esta pandemia es que los estatales a pesar de todo este cuadro seguidos dando respuesta, con nuestros recursos, estando presentes frente a la demanda de un pueblo que necesita que le cubran muchas carencias. Será entonces la lucha contra la precarización la nueva etapa que nos toca como organización. Si el teletrabajo vino para quedarse, que sea por excepción y no la regla”.