Ante el ajuste por la devaluación a pedido del FMI, con el aumento de los precios de los alimentos por remarcación con transferencia hacia los sectores económicos concentrados, con el encarecimiento del crédito por las subas de las tasas de interés y con la corrida del dólar favoreciendo la especulación financiera, se configuró un golpe de mercado que funciona como disciplinante social.
Ese fue el objetivo del régimen en su conjunto sobre el pueblo, para poder competir electoralmente entre ellos. Y esa es la situación política -de poder, de relaciones de fuerza reales- que tenemos que sortear si pretendemos que nuestras condiciones de vida sean otras.
Mientras, las propuestas de los candidatos más votados en las PASO implican generar más ajuste fiscal, eliminar los convenios colectivos de trabajo, privatizar las jubilaciones y el CONICET, recortar los fondos de coparticipación a las provincias, un sistema ultraliberal de “vóucher” para desmantelar la educación pública, entre otras.
Se suma a esto la mano dura, la represión y criminalización y las amenazas de doblegar a nuestra clase trabajadora. Con operaciones de inteligencia y maniobras como la incitación al saqueo y el caos social, con el chantaje, la disuasión y el intento de convencer a nuestro pueblo de que es sólo en el plano electoral donde se resuelven los problemas de nuestra sociedad.
La única respuesta que debe tener nuestra clase, de forma organizada, es la lucha ante esta realidad, sabiendo que no se trata de una simple pesadilla.
Para transformarla es imperiosa la unidad y la movilización a favor de los intereses más sentidos de nuestra clase, para encaminarnos en la construcción y organización de la huelga general.
Es la expresión colectiva más contundente para plantarnos frente a todo el régimen respecto de qué lugar ocupamos y ocuparemos en adelante los millones de trabajadoras y trabajadores. Esa es nuestra elección: movernos y organizarnos para anteponer nuestras necesidades o quedarnos como consumidores de la oferta de candidatos que están en distintas góndolas pero del mismo supermercado.
Esta es la única herramienta para cambiar el escenario de las correlaciones de fuerza y que las mismas se tornen favorables a los sectores populares y a nuestra clase trabajadora.
El problema y su resolución está en nuestras manos y no puede haber atajos, especulación posibilista, ni lugar para los oportunistas.
Como dice Armando Tejada Gomez “hay que juntar las ganas, organizar el grito y despertar de golpe como un solo estallido”.