No aceptaremos el teletrabajo como imposición, menos aún si esta modalidad no es electiva por parte de cada trabajador/a y si no se discute su implementación en mesas colectivas de negociación. Pretender hacernos teletrabajadores sin eliminar la dependencia -en tecnología, tarifas, etc- es arrojarnos, indefectiblemente, a una pronta e irreversible marginalidad. Varios son los motivos:
– Somos críticos acerca de la flexibilización de la jornada laboral que esta modalidad impone: buscan convertirnos en trabajadorxs “intermitentes”, con conexiones y desconexiones permanentes, sometiéndonos a jornadas laborales sin fin, eliminando fines de semana, feriados, horas extras y cualquier otra forma que, entendemos, garantizan nuestro derecho a la salud mental.
– Porque amplía la brecha digital al hacernos responsables de proveernos de equipamientos, servicios. Estamos en manos de transnacionales para la provisión de aparatos tecnológicos, para los servicios públicos. Sus tarifas son en dólares y nuestros salarios, en dólares, no valen. Pretender hacernos teletrabajadores sin eliminar la dependencia es arrojarnos, indefectiblemente, a una pronta e irreversible marginalidad.
– Porque para nosotros no habrá Estado presente con trabajadoras y trabajadores en sus casas, si nuestras oficinas cierran y no hay atención, si nuestras plantas de producción se quedan sin trabajadores.
– Porque hay perjuicios que tienen un claro sesgo de género cuando teletrabajar se superpone a tareas de cuidado que, mayormente, recaen sobre las mujeres.
Sabemos que en este sistema somos trabajadorxs en tanto vendemos nuestra fuerza laboral a una patronal que se vale de ella. El teletrabajo, en estas condiciones, sólo traslada costos y responsabilidades de los empleadores hacia quienes trabajamos. Entendemos que, en nuestro caso, solamente ajusta y aleja al Estado -y los derechos que debe garantizar- del Pueblo.
Queremos discutir cómo potenciar con la tecnología el acceso a las históricas demandas populares sin caer en la resistencia a la flexibilización a la que parecen querer someternos.