Por Carlos Rang, ATE Agricultura Familiar. Integrante del CDP.
Mientras el Gobierno ajusta el tipo de cambio y mantiene fuertes restricciones al dólar, la clase trabajadora argentina enfrenta otro duro golpe: la inflación se dispara, los salarios pierden poder adquisitivo y la devaluación encarece aún más la vida. Con un dólar oficial artificialmente retrasado y un blue que no deja de trepar, los precios de los alimentos, la ropa y los servicios básicos se vuelven inalcanzables para millones de familias.
Los fondos, los bancos y las trasnacionales siguen repatriando sus ganancias en dólares. La apertura importadora va destruyendo puestos de trabajo. Millones de familias caen por debajo de la línea de pobreza porque sus ingresos no alcanzan. Y otras, porque ni salario tienen ya.
Los datos del INDEC son contundentes: la inflación interanual supera el 280%. Los rubros que más subieron golpean el corazón de las familias: alimentos, medicamentos y servicios (luz, gas, transporte) con más de 200% en un año y con recortes de subsidios.
La Canasta Básica es inalcanzable para la familia tipo: cuesta 800.000 pesos (solo para no ser pobre) mientras el salario mínimo ronda los 250.000. Aunque con aumentos nominales, las paritarias no logran recuperar lo perdido. Según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), el salario real cayó más del 20% en el último año.
¿Por qué los trabajadores debemos luchar contra la devaluación y el ajuste?
Cada vez que el peso pierde valor frente al dólar vemos como los precios (alimentos, medicamentos, combustibles y servicios) suben de la noche a la mañana. Los salarios valen menos aunque prometan aumentos nominales: el poder adquisitivo se derrumba.
Los economistas cercanos al Gobierno insisten en que “hay que esperar” a que el plan de ajuste dé resultados. Pero en las barriadas populares, las ollas populares crecen y los comedores comunitarios no dan abasto. Ya no se trata de tener o no tener paciencia.
La devaluación del peso, las políticas de ajuste y la inflación galopante no son errores ni medidas “técnicas” necesarias para ordenar “la” economía, como lo dicen justificadamente el gobierno, los empresarios y el FMI. Seguimos viendo que sus políticas (sean de derecha o neo-progresistas) tienen un punto común: mantener bajo el salario con las paritarias por debajo de la inflación, con los recortes en subsidios y los tarifazos en luz, gas y transporte. Lo que ordenan entonces es “su” economía a costa de licuar sus costos y empeorar cada vez más nuestras condiciones de vida, las de hoy y las de mañana.
Por lo visto, el ajuste va a ser más brutal y nada nos van a regalar si no nos movilizamos. La movilización masiva es la demostración de que no estamos dispuestos a pagar la crisis. Y a la vez, es una demostración de fuerza para torcer realmente el brazo de ese poder que nos mantiene sometidos y empobrecidos.
La única salida es la organización: la organización del paro activo y la movilización en todo el país. Es lo que tenemos que ir debatiendo en nuestros lugares de trabajo, en las universidades, en los lugares de estudio y en los barrios, porque está visto que no hay salida individual.
Si no luchamos, nos seguirán ajustando