Este jueves 28 de noviembre a las 18:30 horas, en la sede del Consejo Directivo Provincial (CDP) de ATE Córdoba, Entre Ríos 450, se presentará el libro del periodista y docente Alexis Oliva “La violencia nació conmigo”.
En la oportunidad, se realizará un homenaje al líder montonero José Sabino Navarro y su historia signada por un recorrido que va “de la explotación y la represión a la militancia revolucionaria”, en el marco de reivindicar y reflexionar acerca de las experiencias revolucionarias en la década del ’70 que llevan adelante ATE y la CTA Autónoma Córdoba.
Presentan:
Jorge Kaplan: Ex Delegado Sindical en la Dirección General de Rentas de la Provincia de Córdoba. Militante del Peronismo Revolucionario.
Federico Giuliani: Secretario General de ATE y la CTA Autónoma Córdoba.
Luis “Vitín” Baronetto: Ex detenido político. Director de Tiempo Latinoamericano. Biógrafo del Obispo Enrique Angelelli. Ex Delegado del Banco de la Provincia de Córdoba. Ex dirigente de la CTA Córdoba.
“Una oportunidad para reflexionar sobre nuestra historia y rendir homenaje a quienes lucharon por un país más justo”, reza la convocatoria.
Sabino Navarro: Un militante revolucionario
José Sabino Navarro nació en Corrientes el 11 de diciembre de 1942 y cae bajo las balas policiales en Córdoba en julio de 1971. Tenía el apodo de “El Negro”, fue un dirigente político peronista y uno de los fundadores de la organización político militar Montoneros.
El 21 de julio de 1971 viajó a Río Cuarto y junto a “El santafecino” Jorge Cottone, estudiante en esa ciudad va a realizar una operación de apoyo al conflicto de trabajadores de FIAT. Con otros compañeros toman un garaje y sustraen 2 vehículos para llevarlos a la ciudad de Córdoba3 pero la policía fue alertada y montó operativos de control en toda la ruta que va de Río Cuarto a Córdoba. A los 40 o 50 km, comienzan los enfrentamientos, deben abandonar uno de los vehículos, y en un enfrentamiento en Berrotarán, murió el “Negro” Juan Antonio Díaz, delegado ferroviario y Montonero, quien también había participado en la Toma de La Calera. El grupo se internó a pie en el monte, que es bastante ralo y ofrece poca protección en tanto Cecilio Salguero, otro de los militantes, se quedó cuidando la retaguardia, para que los demás pudieran huir y fue detenido al día siguiente.
Sabino y Cottone siguen su huida y van obteniendo provisiones en las pocas casas que encuentran en tanto eran buscados con helicópteros y por la infantería. Se movían de noche y en cada intento de salir a la ruta se vieron obligados a combatir y a volver al monte. Una noche encontraron el camino que buscaban, que conducía al Dique Los Molinos, robaron un automóvil Citroën, pero son perseguidos y Navarro fue herido en un hombro. Para avanzar sustrajeron un colectivo mientras continuaban la persecución y el tiroteo hasta que chocaron y debieron volver al monte.
Cottone contó tiempo después que luego de más de una semana de combates y persecución, cuando estaban casi sin munición, Navarro que había perdido bastante sangre, le ordenó que lo dejara siga e intente salvarse, porque no quería “caer” vivo, y cuando siguiendo la orden estaba a unos 200 metros escuchó un disparo. La policía lo busca durante semanas, hasta que lo encuentra muerto en una cueva, escondido entre las piedras, con su revólver 38 todavía en su mano derecha. Para confirmar su identificación le cortaron las manos y enterraron su cuerpo en un cementerio debajo de otra sepultura.
Recién en 1974, ya con gobierno constitucional, Oscar Bidegain y Ricardo Obregón Cano, entonces gobernadores de las provincias de Buenos Aires y Córdoba respectivamente, consiguieron la información del lugar en el que se encontraban los restos de Sabino Navarro. Fue la hermana del Negro Sabino (Lucy) quien por casualidad, se enteró por un militante montonero quien, cuando Lucy ingresó en la carnicería que tenían con su marido en la calle Italia en José León Suárez, no logró ocultar a tiempo un ejemplar del periódico El Descamisado, en el cual había una gran foto de Sabino y un artículo sobre su muerte y el lugar probable de su entierro en un cementerio de Córdoba, debajo de un ataúd que los militares habían ocultado, para evitar que la familia lo recuperara y también porque temían que fuera convertido en mártir de la guerrilla (Lucy desconocía que el hijo del socio de la verdulería y carnicería era montonero).
De allí en más se hicieron las diligencias correspondientes para informar a Bidegain y Obregón Cano. Arnaldo Lizaso, también un histórico dirigente peronista, colaboró con el traslado del cuerpo hasta el Cementerio de Olivos, en donde se produjo un tiroteo entre los participantes del cortejo y miembros de organizaciones vinculadas a la burocracia sindical.