Con motivo de celebrarse el pasado 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental, el Sindicato de Psicólogas y Psicólogos de la República Argentina (SIPPSIRA-CTA Autónoma), difundió una declaración, recordando los motivos de la conmemoración y alertando que “mientras crecen las patologías vinculadas al estrés y la ansiedad, el consumo de psicofármacos se dispara a niveles alarmantes y los gobiernos de todos los signos desprecian la importancia de la Salud Mental, relegándola a estériles clichés de campaña. En tanto, los Profesionales de la Salud Mental se encuentran en una desesperante situación económica: apenas tres de cada 10 gana más de 69000 pesos, la cifra que marca la línea de pobreza para una familia tipo”.
Por eso el sindicato reclama que “es imperativo y urgente lanzar un Plan Nacional de Salud Mental, que provocará un mejoramiento de la calidad de vida del pueblo, y aliviará la acuciante y penosa situación económica de los Profesionales del área”.
Experiencia cordobesa frustrada por la Dictadura
A su vez, y para rescatar la lucha de las y los trabajadores de la salud mental, así como de familiares y pacientes, ATE Córdoba convocó a la delegada del Hospital Colonia Santa María de Punilla, Nora Cendra, de larga trayectoria como enfermera, militante sindical y ex presa política durante la Dictadura de 1976, para que realice una reflexión sobre la situación actual de la salud mental en Córdoba y recuerde la extraordinaria experiencia que protagonizó en los ’70 en términos de atención psiquiátrica a los pacientes de la institución.
En tal sentido, la compañera relató que “cada vez que recorro los términos de la Ley de Salud Mental y que se celebra el Día de la Salud Mental me invaden sentimientos contradictorios, que van de la tristeza y la amargura a la satisfacción y el anhelo”.
“Primero porque los derechos humanos de los usuarios de salud mental siguen estando en deuda: la verdadera implementación de la ley aun no se concreta. No basta solo con la desmanicomialización si no está abordada desde una perspectiva económica, social y política. Aun la pelean soledad las y los trabajadores de la salud, los usuarios y los familiares de quienes padecen las distintas patologías”, remarcó Cendra.
“Por otro lado, dijo la delegada, tengo satisfacción y anhelo porque a pesar de los años de discursos hegemónicos retrógrados aun hay seres que piensan que todos debemos gozar de derechos, sin discriminaciones aberrantes. Yo fui trabajadora desde 1968 a 1976 del hospital Colonia Santa María de Punilla, asistí a su inauguración y participé como integrante de Junta Interna en ATE. Allí fueron a parar pacientes psiquiátricos cronificados, no crónicos, supuestamente sin potencialidad alguna, que llegaron de distintas instituciones por haber sufrido tuberculosis agregada a su trasfondo mental. Desde allí, hace más de 40 años empezamos la batalla. Había pacientes, como bien mencionó el gran psiquiatra Alberto Sasatelli, tenían la actualización de su historia clínica firmada al día siguiente de su ingreso y después nada por años”.
“Por ese entonces, la práctica de atarlos a la cama, el electroshock, los cócteles de ‘haloperidol’, ‘fenergan’ y ‘nocidan’ eyectables eran práctica corriente. Psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeros y laborterapistas, aliados en un proyecto común y enfrentados a la medicina tradicional, lograron crear una cooperativa de trabajo integrada y sostenida solo por pacientes. Salían al exterior de la institución a trabajar individual o colectivamente, tenían el seguimiento de trabajadores sociales para evitar situaciones de maltrato y explotación, se convirtieron en seres humanos. Por eso el nombre de Hospital Modelo”.
Cendra recodó que “todos esos grandes logros se esfumaron con la irrupción de la dictadura cívico-eclesiástico-militar de 1976. Ese tipo de experiencia no estaba destinada a sobrevivir en un mundo donde el ser humano debían resignar sus derechos y su dignidad en favor de un mercado para grandes capitales, relegando al Estado. Por eso fuimos detenidos y el hospital se transformó en un tiempo en un centro clandestino de detención y tortura”.
Y finalizó reflexionando que “hoy a más de 40 años de aquellas bella experiencia y viendo la poca difusión que se da al día de la salud mental hay que destacar que hasta para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la salud mental no es cosa de locos, es cosa de todos”.