Quienes nos hemos encontrado en la calle, denunciando y construyendo la unidad del Pueblo para frenar a las corporaciones que pretenden adueñarse de nuestro destino, estamos convencidos y convencidas de algo: el resultado de las elecciones de este domingo deja un fuerte mensaje en contra del ajuste. Con las migajas de un Estado a la medida de los intereses del gran capital financiero transnacional, procurando no desagradar al FMI y “acordar” con las corporaciones que esquilman nuestros recursos, nos alejamos cada vez más de la Justicia Social, la Independencia Económica, la Soberanía Política. Como contrapartida, las condiciones materiales de nuestra clase trabajadora han seguido empeorando sin interrupción, con salarios y jubilaciones que se vinieron a pique, ayudas sociales insuficientes, raquíticas, esporádicas y discontinuadas en pos de “equilibrar” ciertas cuentas del Estado para “poder cumplir con obligaciones” y tener disponibilidad de dólares para las exigencias de quienes siempre se apropiaron de los esfuerzos de nuestro Pueblo.
Claramente la pandemia empeoró las condiciones económicas generales: sin embargo, la profundización de la desigualdad social y la prácticamente inexistente convocatoria para transitar un camino soberano, no pueden ser leídas solo como simples resultados del virus. Ambas razones, desigualdad y pérdida de iniciativa soberana, se explican mutuamente: sin recuperar los resortes fundamentales de nuestra economía, de nuestra producción; sin poner coto a la sangría financiera -suspendiendo el pago y auditando la estafa del FMI-; sin acabar con la emisión y reemisión de deuda para saciar a los mercados financieros locales transnacionalizados; sin reactivar la Industria Estratégica para la Defensa Nacional; sin tomar control efectivo y verdadero del comercio exterior; y sin convocar al Pueblo a transitar estos caminos soberanos, se obtura cualquier posibilidad de aplacar la desigualdad social, el trabajo precario, y los salarios reales que continuarán cayendo. En esta vía por la que venimos transitando, seguiremos entregando nuestro esfuerzo, nuestro litio, nuestro subsuelo marino, nuestras vías navegables, la degradación de nuestro suelo, intentando retardar lo inexorable que es más y más pobreza. En ese sentido, hay decisiones, voluntades y responsabilidades políticas de quienes conducen los destinos de la Patria: aunque “lo otro” espante, lo que vivimos no es bueno y nuestro Pueblo lo sabe.
Por eso, desde ATE Córdoba continuamos convocando, hoy más que nunca, a recuperar la unidad y la calle para crear una situación que cambie las correlaciones de fuerza a favor de la clase trabajadora. Si seguimos el camino por el que venimos, los intereses de las corporaciones y el FMI seguirán creciendo hegemónicamente, ganando espacio en nuestro territorio y en una población que no es convocada a ninguna tarea trascendente para su propia liberación desde sus conducciones políticas. Y, a fin de cuentas y como viene sucediendo en todo el mundo, los gobiernos que administren -más o menos veladamente- los intereses de quienes subyugan a nuestra clase, serán castigados aunque esos castigos muchas veces conduzcan a situaciones peores.
Por eso, el momento es ahora: unidad y lucha de la clase trabajadora con un profundo programa de liberación económica y social contra las corporaciones y los monopolios.
El camino a emprender por parte de las organizaciones como nuestra Asociación Trabajadores del Estado de Argentina es difícil, escarpado, peligroso. Sin embargo, no hacerlo, equivale a entregarnos a la derrota segura de quienes, en su tiempo histórico, no estuvieron a la altura de las circunstancias.