El conflicto de los trabajadores municipales de Unquillo, causado por el despido y cesación de alrededor de 250 compañeros, ha mostrado la veta autoritaria, la vocación por la ilegalidad y el desprecio por la cosa pública del intendente Jorge Fabrissin.
En un nuevo hecho que busca amedrentar a los trabajadores y a sus dirigentes gremiales, Fabrissin mandó hoy volcar una montaña de tierra y escombros frente a la casa del compañero Alejandro Murúa, coordinador del cuerpo de delegados de ATE de Unquillo y secretario de Interior del Consejo Directivo Provincial. Se trata de la obvia respuesta a la instalación de la carpa de protesta frente a la sede municipal con que los trabajadores expresan su repudio al intendente y reclaman la inmediata reincorporación de los despedidos.
El compañero Murúa, acompañado por otros municipales que le acercaron su solidaridad, realizó la exposición policial pertinente a los efectos que la policía y la justicia estén al tanto de la situación y prevengan futuros amedrentamientos sobre los bienes de Murúa y la integridad del compañero y su familia.
De no detenerse, estos atropellos profundizarán la pérdida de la paz social que genera Fabrissin, mientras niega cualquier posibilidad de diálogo para canalizar los reclamos de los trabajadores para buscar una salida al conflicto, que ya va a alcanzar el mes de duración con paro general en el municipio. En tanto, los vecinos sufren la falta de servicios públicos, los estudiantes de la escuela de artes reclaman la reapertura de la institución, avanza el proceso de tercerización y privatización de los servicios y la presencia policial se impone como un estado de represión permanente.
El Consejo Directivo Provincial de ATE repudia el accionar de Fabrissin y reclama el fin de las agresiones a los trabajadores municipales de Unquillo.