Lucas Arce, trabajó 14 años en Fadea, ingresó en 2004 para trabajar en un programa de aviones de gran porte Hércules, de procedencia colombiana.
Se trata de un obrero especializado que intervino en otros programas y diferentes puestos de trabajo, siempre en la línea de armado y mantenimiento.
Pero en 2018 lo despidieron, tras un largo proceso donde la patronal desplegó todas las estrategias de corte autoritario y neoliberal para desgajar el plantel de personal.
“Cuando me despidieron había logrado la matrícula B, de las más altas en la formación y capacitación dentro de FADEA. Pero eso no fue impedimento para perder mi puesto de trabajo. Comenzaron jubilando a la gente que estaba más cerca de la edad límite, luego siguieron suspensiones de diversos sectores de la fábrica, propusieron retiros voluntarios que pretendieron imponerlos por medio de amedrentamiento, en muchos casos presionando a los padres con despedir a sus hijos si no aceptaban el retiro. Todo sin que tuviéramos el acompañamiento de ninguna de las tres entidades sindicales que actúan allí”, cuenta Arce.
Cuando ingresó Arce, la empresa era propiedad de Lockheed Martin “y no había ningún tipo de categoría administrativa, el periodo vacacional era establecido a dedo por el supervisor, es decir que si le caías bien tenías vacaciones bien, y si no te daban los meses más complicados. Tampoco teníamos ninguna posibilidad de organizarnos, pero de a poco incorporamos la idea que esa era la piedra a partir de donde construir organización”, describe.
“Después se logró el convenio colectivo de trabajo para ubicar los derechos de los trabajadores dentro de ese CCC, sumándose las categorías, las carreras administrativas y demás mejoras”, cuenta el compañero.
Y reflexiona “el despido fue en 2018 sucedió cuando tenía un puesto fijo en un proyecto que consistía en la construcción de vallas de seguridad para el estado nacional. La verdad que no nos dimos cuenta que esas mismas vallas era las que después no iban a impedir llegar a realizar una protesta”.
Arce describe la estrategia de la empresa para reprimir toda resistencia interna de las y los trabajadores, ya instalada la administración macrista, como “un desmembramiento interno que aprovechó la patronal para dejar muchas familias en la calle. Cuando te das cuenta que te eligieron para echarte es muy duro, le sacan el plato de comida a tu familia, cuando uno regó esa plantita laboral durante tanto tiempo”.
“Trajeron Ceos, que todavía están en la empresa, solo para echarnos”, recuerda.
La esperanza volvió con ATE, juntos en la lucha
El compañero cuenta que el despido es una situación “que te socaba internamente, te desgasta, es devastador”.
“Pero hace dos años ATE se acercó, nos cobijó, se nos escuchó, lo que nadie lo hacía. Fue diferente al resto de los sindicatos, nos dio la oportunidad de organizarnos, ayudándonos a entender algunas cosas”, rescata.
“Mi consejo a cualquiera que esté viviendo nuestra situación es no bajar los brazos, defender nuestros saberes, porque ese conocimiento nos hace necesarios. Siempre que el trabajador se organiza, se reúne, se habla y se mira a los ojos, se encuentra dentro de una experiencia desventajosa, o se junta a tomar un mate cocido, siempre la reacción de la empresa será desunir. Porque nunca conviene a la patronal que el trabajador se organice”.
“Creo que nosotros podemos ser una semilla germinando para los que vienen detrás nuestro. Aun si no veamos frutos nosotros, podemos ser una generación de transición para que los demás si los vean. Aprendí que uno es fuerte, pero que junto a las y los compañeros somos indestructibles. Tenemos que bajar la mirada y entenderse con el otro, que formamos parte de una familia que si se disgrega perdemos todos”, apunta Arce.
Crítica a la actual conducción de FADEA
Para Arce hoy la empresa está imponiendo precarización laboral, tercerizando trabajos, tomando gente con monotributos, pero también jefes de empresas privadas como Tam. “Hay un desmanejo evidente, con funcionarios como Horacio Viqueira que ya estuvo en la gestión anterior y actúa claramente como un paracaidista, o Mirta Iriondo, quien se dice populista y nunca nos dio la posibilidad de podernos sentar en una mesa de negociación”, finaliza.