La gravísima situación humanitaria que sufre actualmente y desde hace dos semanas la Franja de Gaza, como resultado del ataque militar de Israel al pueblo palestino, fue abordado por el programa radial Entre Todos y Todas, espacio semanal de la Secretaría de Prensa del Consejo Directivo Provincial (CDP) de ATE Córdoba.
Para la oportunidad, la emisión contó con la participación del compañero Carlos Rang, especialista en Estudios Latinoamericanos, docente de la Universidad Nacional de Río Cuarto y delegado de ATE en la Secretaria de Agricultura Familiar de Córdoba.
¿Cómo comienza el conflicto entre palestinos e israelíes?
Es un conflicto geopolítico histórico y asimétrico que tiene al pueblo palestino con miles de muertos y refugiados desde hace décadas, convirtiendo en un polvorín a Medio Oriente. Una zona donde vive mucha gente en una cantidad de tierra muy escasa, y con la mayor densidad poblacional del mundo. Sumado a que vivimos un momento con una pobreza muy compleja, con mucha desocupación en Palestina en medio de la pandemia.
Este conflicto histórico se origina en la Europa del siglo XIX, en torno a una política contra los judíos, donde nace el sionismo como respuesta que pide un Estado para los judíos. Somos parte de esa historia porque uno de los lugares donde querían venir a construir ese Estado es Argentina. Terminaron eligiendo esta zona santa, como la llaman ellos, donde está el muro de los lamentos. La primera migración allí se da en 1892 y fue financiada por la banca Rothschild.
¿Cómo siguió a partir de allí?
Tras la primera guerra mundial, la caída del Imperio Otomano derivó en una repartija como botín de guerra de sus antiguos territorios, y al Reino Unido le quedó la zona de Palestina. La primera oleada fue de unos 2000 judíos, pero ya después de la segunda guerra mundial arribaron 600 mil más. Ahí empiezan las tensiones con los pueblos ya asentados previamente.
En 1946 Inglaterra se retira de Palestina y la ONU establece un plan para crear dos estados independientes, dejando a Jerusalén como una administración independiente. Los árabes rechazan esta alternativa y el conflicto mayor se arma en mayo del ’48, donde los israelíes se declaran Estado y entonces cinco países árabes le declaran la guerra. En un año Israel gana esa guerra y como consecuencia aumenta su territorio un 23% (respecto al planteo inicial de la ONU) agravando la situación, cuando incorpora el control (militar) de Jerusalén; Cisjordania y Gaza le quedan a Egipto. Esto produjo grandes desplazados en el mundo, los palestinos suman cinco millones que se encuentran la mayoría en Jordania, en Líbano. En 1967 se produce la “Guerra de los Seis Días”, tras la ofensiva de Israel contra la coalición árabe, de la cual también resultó vencedor.
¿Cuál es tu mirada de la actualidad?
Hoy Palestina está dividida en dos, una parte en Cisjordania y otra en la Franja de Gaza. Esta última está gobernada por Hamas, un grupo político islámico de los Hermanos Musulmanes que concentra el poder a partir de haber ganado las elecciones en 2007, pero que además posee una amplia red de asistencia y ayuda social.
Este conflicto es totalmente asimétrico porque uno es un Estado muy pertrechado con armas, ojivas nucleares y un escudo antimisiles y otro es un pueblo con un gobierno religioso, que tiene misiles más de tipo casero y un sistema militar bastante elemental, con un poder de daño ínfimamente menor.
La avanzada se da en un momento de crisis general porque Israel no puede generar gobierno hace cuatro elecciones. Por el lado palestino, después de 15 años de enfrentamiento, había una posibilidad de unión entre las fuerzas de Al Fatha y Hamas para ir a elecciones, en un contexto en que muchos países están firmando la paz con Israel, lo cual debilita en la geopolítica regional al planteo palestino.
Las acciones se liberaron tras las protestas por el avance de los colonos israelíes sobre palestinos que fueron desahuciados, sacados de sus casas, ante órdenes judiciales del Estado sionista.
Pero el conflicto viene desde hace mucho tiempo. La primera Intifada (rebelión de las piedras) fue en 1987, donde nació Hamas, y se sucedieron muchas otras, la última durante el gobierno de Trump cuando ese presidente de EEUU reconoce a Jerusalén como capital de Israel.
¿Cómo ves que está el papel de la clase trabajadora en este contexto?
En Israel viven dos millones de árabes y siempre fueron la mano de obra barata que tiene el Estado sionista. Como detalle curioso cabe destacar que mientras Israel realiza una espectacular campaña de vacunación de su población, solo permitió que se vacuna en Gaza al 4% de sus habitantes. Estamos viendo una gran discriminación hacia los trabajadores palestinos.
Salvo Irán, que lo quiere borrar del mapa, el resto de los países árabes firmaron la paz con Israel. Por eso la salida de los pueblos árabes a través de movimientos nacionalistas y religiosos va perdiendo peso. Me parece que deberían buscar una salida de los trabajadores, afuera y dentro de Israel, porque no todos los judíos son sionistas, igual que no todos los palestinos musulmanes son islamistas. Hay un montón de trabajadores que viven de ambos lados y podrían buscar una vía de huelgas de masas en contra del Estado capitalista israelí, que hoy domina tanto Cisjordania y Gaza. Entre los trabajadores israelíes hay muchos que están en contra del sionismo al igual que lo están muchos judíos ortodoxos.
Un cronograma conjunto que unifique a trabajadores israelíes y árabes, permitiría salir del atolladero con un programa para el conjunto de la clase obrera. Lo otro lleva a profundizar los enfrentamientos y muertes en un conflicto asimétrico que deriva en un genocidio a las puertas de verse.
Pero el camino parece ser uno distinto.
Lo que busca Hamas a través de sus ataques es ganar moralmente para esperar que se levanten los pueblos del mundo para lograr una victoria política.
Israel intenta buscar también una salida militar. En los últimos bombardeos le mataron el cuerpo de inteligencia d Hamas y su dirigencia política más importante, atacando sus familias. Al mismo tiempo rompieron todas las estructuras de la sociedad civil como las escuelas, los hospitales, donde los que pagan son los trabajadores. Sucede de ambos lados y por eso la necesidad de un programa unificado y la solidaridad internacional de la clase trabajadora. Los trabajadores argentinos también debemos solidarizarnos con la paz y un camino con una salida programática de la clase obrera.