El delegado municipal de ATE Unquillo Antonio Aredes relata la desaparición de su madre durante la dictadura, cuyo caso integra la mega causa La Perla.
Antonio Aredes es delegado de ATE municipal en Unquillo y forma parte del grupo de compañeros que protagonizó un duro conflicto a principios de año con el intendente Jorge Fabrissin, cuando jefe comunal resolvió cesantear a casi la mitad de la planta de trabajadores, incluido el cuerpo de delegados de nuestro gremio.
Reincorporado por la justicia junto al resto de los delegados, Aredes debe afrontar en estos días el fin de una historia que cargó durante toda su vida, lo marcó y quizás determinó su vocación como delegado para representar a sus compañeros.
En sus espaldas Antonio suma una dura experiencia de vida que a partir del secuestro y desaparición de su mamá Rosario Charo Aredes, que debió presenciar con 13 años, cuando una patota de militares y policías ingresó a su casa en Unquillo el 26 de marzo de 1976, dos días después del golpe cívico-militar.
La militancia sindical lo une en el tiempo con su madre: ella era delegada de la comisión interna del Frigorífico Mediterráneo al momento de ser desaparecida.
Mañana, cuando haya sentencia para los genocidas encabezados por multi-condenado ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército Luciano Benjamín Menéndez, el caso de la desaparición de Charo Aredes está entre los que encontraron justicia a 40 años de sucedidos los crímenes.
“Con13 años cuando entraron a mi casa a buscar a mi mamá, los recuerdo bien a los integrantes de la patota. Se la llevaron y nunca más la vi. Me dejaron solo en la casa (Antonio es hijo único y se crio solo con su mamá) y se llevaron hasta las sábanas, fue un saqueo además de secuestro”, cuenta ahora Aredes en su casa de Unquillo.
Para contar su historia, el delegado se para frente al chalet de barrio Progreso donde vivía en esos años y que hoy tiene en su frente una placa de reconocimiento de la propia municipalidad por el secuestro de su madre.
Charo
“Mi mamá era de Catamarca. Llegó a Unquillo para trabajar en una casa de familia y después se fue al frigorífico donde se hizo delegada. También fue militante del ERP-PRT”, cuenta Aredes.
El caso de Charo forma parte de secuestro de nueve trabajadores desaparecidos en el Frigorífico Mediterráneo, entre marzo y agosto del ’76. El establecimiento pasó a llamarse posteriormente Estancias del Sur. Además de Aredes están desaparecidos los compañeros Daniel Horacio Sammartín, Mario Roberto Graieb, Aldo Jesús Camaño y Daniel Hugo Carignano –secuestrados el mismo día que Charo-, Gustavo Correa, Eduardo José Bicocca, Hugo Alberto Junco y José Antonio Andrada. El registro de los nombres de estos trabajadores se encuentra disponible, junto a todos los otros casos investigados para esta causa en “El diario del Juicio” donde la Comisión Provincial de la Memoria relató los pormenores de los tres años y medio de audiencias. Se puede consultar por internet en http://www.apm.gov.ar/
“Sé por la causa que investigó la Justicia que a mi mamá la vieron en el campo de detención, tortura y muerte de La Perla. Pero lo que no sé es dónde está su cuerpo. Eso quiero yo, un lugar donde llevar una flor. Pero estos genocidas no contaron nada. Por lo menos habrá justicia y la gente sabrá claramente, sin dudas, qué pasó en Unquillo, en Córdoba y en el país. Fundamentalmente se sabrá que nos pasó a los trabajadores en esa época”, reflexiona el compañero.
Interventor en dictadura, intendente en democracia
A la hora de relatar su experiencia, Aredes insistió en relacionar aquellos hechos del ’76 con lo que vivieron su compañeros municipales y él mismo este año. Porque hay un denominador en común: el intendente Fabrissin de Unión por Córdoba, la alianza provincial que encabeza el Partido Justicialista en la provincia, que inició su mandato el pasado 10 de diciembre con un brutal ajuste sobre el plantel de trabajadores municipales, la tercerización y privatización de servicios y el cierre de áreas de trabajo, es al mismo tiempo quien fue designado como interventor de la dictadura en la municipalidad entre 1979 y 1982. Los tres años previos había sido secretario de Hacienda municipal y quien prácticamente manejó la comuna.
“Como delegados de ATE tuvimos que protagonizar una experiencia única en Unquillo como fue el plan de lucha que vivimos a principios de año, con varios meses de pelea, movilizaciones y una carpa instalada. Antes que apareciese ATE en la Municipalidad no había antecedentes de conflictos, si se dio la lucha fue porque ATE está presente. El intendente despidió de forma ilegal e indiscriminada a obreros, personal administrativo, técnicos, de todo. Mucho de eso estuvo atravesado por la persecución sindical”, reseña Aredes.
El delegado dice que a muchos de los trabajadores los salva estar sindicalizados en ATE. “Pero no puedo dejar de pensar que lo que le pasó a mi madre y lo que vivimos con los compañeros en el municipio a principios de año, con las persecuciones y despidos, tiene algo en común. Estamos en democracia y hay justicia, aunque tarde, pero ciertos personajes siguen lamentablemente presentes. Fabrissin es uno de ellos, fue funcional a la dictadura en aquellos años y por lo tanto cómplice desde el Estado municipal de lo que pasó en el pueblo. Hoy sabemos que el sindicato es quien nos protege pero también que el poder no quiere que nos organicemos”, afirma.
Las complicidades civiles de la dictadura son materia pendiente de investigación en la Justicia pero ciertos personajes deberían perder espacio dentro de los espacios democráticos al margen de los tiempos judiciales. Unquillo enfrenta hoy ese dilema, mientras ATE continúa profundizando la organización de los municipales.