En 2005, en Mar del Plata, la Cumbre de los Pueblos le plantaba cara a Estados Unidos e impedía un tratado de libre comercio que eliminaba los aranceles a los productos trasnacionales, de Alaska a Tierra del Fuego.
Un 5 de noviembre, hace 19 años y en Mar del Plata, la Cumbre de los Pueblos se convertía en un hito de reafirmación de la soberanía latinoamericana sobre los intentos de injerencia de Estados Unidos. Un hito que pasó a la historia de la mano de una consigna: “No al ALCA”, que en palabras de Hugo Chávez, su orador central, se convirtió en una frase épica: “ALCA, ALCA… al carajo”.
El ALCA fue la sigla con la que se conoció el del Tratado de Área de Libre Comercio de las Américas, una iniciativa del gobierno estadounidense —liderado por entonces por George W. Bush— que había sido aprobado en 1994 y debía ponerse en vigencia en 2005, El proyecto proponía la creación de un mercado para la libre competencia, desde Alaska a Tierra del Fuego, con la eliminación de barreras arancelarias y la liberalización de servicios.
Pero la iniciativa encontró sus principales oponentes en los presidentes Néstor Kirchner (Argentina), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Nicanor Duarte Frutos (Paraguay) y Tabaré Vázquez (Uruguay), quienes consideraron que el tratado significaba, en la práctica, abrir las puertas de los mercados latinoamericanos al ingreso de las grandes transnacionales en detrimento de las industrias nacionales.
Como consecuencia, y en el marco de la reunión de la IV Cumbre de las Américas que tuvo lugar en la ciudad costera de Mar del Plata, se realizó la contracumbre, o Cumbre de los Pueblos, que del 1 al 4 de noviembre había sido precedida por masivas manifestaciones en las calles marplatenses impulsadas por organizaciones sociales, políticas, sindicales, campesinas, estudiantiles, culturales y de derechos humanos.
La Cumbre terminó en un gran evento en el Estadio Mundialista de Mar del Plata del que participaron figuras de la cultura, como Silvio Rodríguez, del deporte, como Diego Maradona, y el por entonces candidato a presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma. Allí, Chávez sintetizó el sentir popular con su emblemática frase: “ALCA, ALCA… al carajo”.
El hecho enterró el tratado e inauguró una etapa de integración regional de la Patria Grande, que fortaleció los mecanismos de autonomía económica y política de los pueblos.
La derrota diplomática del Tratado de Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsada por los presidentes Néstor Kirchner (Argentina), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Nicanor Duarte Frutos (Paraguay) y Tabaré Vázquez (Uruguay). Todos se negaron a implementar el proyecto propuesto por el gobierno de los Estados Unidos que proponía la creación de un mercado para la libre competencia, desde Alaska a Tierra del Fuego, con la eliminación de barreras arancelarias y la liberalización de servicios. Liderado por el presidente de Estados Unidos George W. Bush, significaba la libre competencia entre los principales monopolios y fuerzas económicas dominantes en el mercado.
Se trató de un momento histórico para la soberanía de Latinoamérica ya que, en el marco de la IV Cumbre de las Américas, por primera vez los principales líderes políticos de la región lograron imponerse a la consolidación del poder económico de las grandes transnacionales y de las élites dominantes.
Néstor Kirchner, Luiz Inácio Lula da Silva y Hugo Chávez fueron los grandes conductores del rechazo al ALCA, entendiendo que la consolidación de ese acuerdo implicaba una amenaza para la capacidad de los Estados Latinoamericanos de poner en práctica políticas que reactiven la economía local, promuevan el desarrollo económico y la integración social.
Además de haber identificado la necesidad de la integración regional, desde sus políticas públicas se veía en ellos una búsqueda del fortalecimiento de los mecanismos de participación popular, las industrias nacionales, la puesta en valor de la cultura local y una visión crítica del neoliberalismo, del cual buscaban apartarse. Defendían un modelo basado en la integración regional entre iguales, y en defensa de la autonomía política, económica y cultural de los pueblos.
Cumbre de los Pueblos
Fue un evento sin precedentes en Argentina y en la región para expresar, con el grito de “Fuera Bush”, la voluntad popular que rechazaba la intervención del gobierno de Estados Unidos. La manifestación puso en escena el coraje y la convicción de las y los argentinos, que reconocían en la figura de Bush un amenaza contra sus derechos soberanos, en respuesta a la demostración de fuerza del despliegue del operativo táctico de la marina norteamericana, que acompañaba la llegada de su presidente, junto con la operación mediática de los grandes canales de televisión, augurando violencia y destrozos.
Del 1 al 4 de noviembre de 2005 salió a las calle una sociedad consciente de lo que sería el ALCA para sus vidas: dirigentes políticos y sociales, organizaciones sociales, sindicales, campesinas, estudiantiles, culturales y de derechos humanos llegaron a Mar del Plata en caravana y a través del tren blanco, que había salido desde Buenos Aires.
Al margen de la IV Cumbre de las Américas, se desarrolló la “Cumbre Social”, que fue una verdadera contracumbre, pues el objetivo de esa enorme reunión era precisamente la oposición al ALCA y el repudio a la presencia de Bush en Argentina.
En esta Cumbre, con la presencia de miles y miles de militantes sociales, participaron Hugo Chávez; Evo Morales (quien todavía no era presidente de Bolivia); el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel; las “Madres de Plaza de Mayo”; la CTA y numerosos gremios, los organismos de Derechos Humanos.
Ahí fue donde Hugo Chávez pronunció su célebre “¡ALCA, ALCA, ALCA … al carajo!”.
Visibilizar lo nuestro
La expresión artística anti-imperialista, que acompañó a estos líderes políticos en el rechazo al ALCA, fue un factor determinante de la victoria. Los eventos del “No al ALCA” y sus performances sentaron una nueva etapa de empoderamiento para los y las activistas que desde sus prácticas artísticas se manifestaron políticamente en el espacio público.
El “No al ALCA” fue un grito de soberanía y recuperación de la autoestima de una Patria Grande que volvía a escuchar el corazón de su tierra y no los dictámenes culturales importados por las élites locales de los grandes centros financieros del mundo.
Dio un sentido de dignidad a las juventudes que se reencontraban con la política de la mano de líderes que volvían a tener el color, el sentir y el decir de su pueblo. El cambio cultural y moral que los trabajadores reclamaban luego de décadas gobernadas a imagen y semejanza de las políticas de mercado del consenso de Washington.
Las decisiones que allí se tomaron dieron lugar en América Latina a un cambio de paradigma, el de la unidad en la diversidad. Sólo se necesitaba que en la cumbre sus presidentes representaran los intereses de sus pueblos.
El pueblo en las calles y cinco presidentes enterraron el ALCA, marcando el comienzo de una nueva era para la Patria Grande.
El 19° aniversario del rechazo al ALCA nos encuentra transitando un contexto de incertidumbre y nuevos desafíos, con un claro retroceso de los movimientos populares perseguidos y hostigados por regímenes neofascistas y cipayos que planifican la miseria de las mayorías y horadan la posibilidad de construir un horizonte independiente en Nuestra América.
No habrá salida colectiva si las corrientes revolucionarias del pensamiento latinoamericano no rompen con el modelo extractivista-dependiente regido por el capital financiero, que dibuja el mapa de la informalidad, la pobreza y el desamparo en el Continente.