El ajuste que comete el gobierno de Javier Milei en el Estado Nacional impacta de manera directa al colectivo trans-travesti y a las diversidades que durante los últimos años ganaron espacio en el empleo público a partir de la aplicación de la ley de cupo, decreto presidencial 721/2020 que prevé que las personas travestis, transexuales y transgénero deberán ocupar al menos el 1% de los cargos en el sector público nacional.
De esta forma, de aprobarse la llamada Ley de Bases, el Estado volverá sobre sus pasos en una política reparatoria que abrió las puertas a oportunidades de trabajo y dignidad a personas que históricamente fueron discriminadas.
Actualmente el gobierno no cumple la ley, como denuncia la trabajadora de PAMI Río Cuarto, que fue despedida sin causa y arbitrariamente hace pocos días. “Trabajaba en el área de recepción y atención al público. Claramente hay un ataque a la franja de trabajadoras del Estado que ocupamos el cupo trans, es un atropello. El gobierno no cumple la ley que obliga a cubrir ese cupo”, afirma Johana Salazar.
“Hoy el barco está a la deriva. Como cualquier persona, llegué a mi trabajo el día lunes y al poner el dedo en el lector vi que no me tomaba la huella. Fue un dolor muy grande, tengo dos hijos y me encuentro en un panorama nublado, alquilo mi vivienda y no sé cómo vamos a seguir”, lamenta Johana.
En esa línea, la trabajadora Luz Achaval, que detenta el cupo trans del Centro de Referencia Córdoba del ex Ministerio de Desarrollos Social, sostiene que la Ley de Bases “va en el camino de la criminalización de la protesta. Son retrocesos en materia de derechos laborales, nos impide organizarnos y pelear”.
Y explica que el impacto es profundo porque “nuestro colectivo está marcado en la historia del país por la lucha, desde que nacemos hasta la muerte literalmente. Le pasó a grandes luchadoras. Hoy nos encontramos en ámbitos como el gremial, el laboral donde antes no podíamos acceder y que se abrieron a partir de la ley de cupos. Lo que el gobierno quiere es hacernos perder fuerza de lucha”.
El efecto es fuerte y obliga a sobrevivir a partir de estrategias que muchas veces no son las mejores, dice Achaval.
“Para nuestro colectivo el puesto laboral es fundamental. Quienes ingresamos a trabajar en el Estado, si bien en mi caso entré con una categoría intermedia por mi título universitario, generalmente lo hacemos en la categoría más baja, con salarios de 320 mil pesos. Por eso los despidos profundizan nuestra pobreza estructural, calando en nuestros cuerpos. Muchas volvieron a salir a realizar trabajo sexual, retomaron consumos problemáticos, se enferman de neumonía por estar al aire libre en los fríos invierno. Si pensamos que el cupo era una política vinculada a la reparación de un Estado absolutamente ausente durante la historia, este gobierno viene a destruir esa reparación. Y sobre todo profundizar la pobreza en las feminidades”.
Organización y articulación
Luz Achaval destaca en ese marco que “lo gremial de ATE nos acompaña, a diferencia de otros gremios que no pueden siquiera pensar los despidos en clave de disidencias. Desde ATE pudimos construir un dispositivo para que se atienda a la particularidad de nuestro colectivo que tiene la protección de una ley especial, que contempla nuestra situación. la realidad de nuestra comunidad debe contextualizarse para comprenderla y entender el ataque a nuestras vidas que implica este ajuste. El miércoles pasado se realizó una presentación en el Poder Judicial con esa perspectiva”.
Por fuera de ATE, Luz ve déficits organizativos del colectivo, que debe retomar experiencias anteriores. “En este momento está complicada la organización de la disidencia sexogenérica, en su nombre técnico. Somos un colectivo que sobrevive diariamente. No hay garantías para avanzar en nuestra organicidad. Nosotres construimos de otra forma, la educación suele llegar más tarde. Son otros factores que no tienen las personas hétero-cis. Muchas veces hay que elegir qué batallas dar y que organizaciones integrar”.
Y apunta que “en Córdoba está funcionando una asamblea de disidencias con compañeres que va tomando un rumbo. Pero hoy lo complejo es una articulación que, producto de las condiciones que genera este gobierno nefasto, está desarticulada porque hay intereses individuales por encima de los intereses colectivos”.
Para Achaval “en seis meses este gobierno ha pegado en todos los frentes. Falta la articulación que supimos conseguir y debemos recuperar la horizontalidad, la educación popular, el abrazo con el otro, el transmitir por qué estamos luchando. Milei no solo agrede al colectivo trans-travesti, el ajuste está afectado derechos de todos y todas: el derecho a la identidad, a la huelga, a la protesta, a comer, a trabajar”.
Y por eso concluye señalando que “hay que intervenir con discursos en la conciencia colectiva y comunitaria para llegar a pensar que estamos perdiendo derechos no solo como las y los trabajadores estatales y agremiados: la pérdida es para todas y todos los argentinos. Hay que volver a construir un discurso para el conjunto de la sociedad”.