César Theaux asumió en noviembre pasado como responsable del espacio de formación de ATE Córdoba con el objetivo de darle protagonismo a un área que tuvo escasa actividad durante el mandato anterior. Trabajador del Ministerio de Trabajo de la Nación, abogado y docente universitario, Theaux está convencido que la formación y capacitación son herramientas claves para que ATE desarrolle la organización sindical en el Estado en Córdoba, ejerza efectivamente la defensa del derecho de las y los trabajadores y promueva la conciencia de la clase trabajadora, haciendo hincapié en entender que los derechos laborales y los derechos humanos van de la mano, empapados con una perspectiva con mirada de género.
¿Cómo se inicia el proyecto de formación bajo su mandato?
Cuando se conformó la lista observamos que dentro nuestro sindicato, en el CDP, estábamos carentes de formación sindical y política, tanto de las y los delegados como de las y los próximos cuadros de conducción. Desde esa idea se partió, volqué mi experiencia de docente en muchos lugares en aras de ese objetivo.
Comenzamos la campaña haciendo cursos de formación, en Capilla del Monte, Cruz del Eje, en el CDP. Y una vez que asumimos, con la misma libertad con que habíamos trabajado, lo hicimos igual desde el secretariado, entendiendo que la formación sindical y política de los cuadros debía pasar no solo por las leyes específicos de cada una de las áreas donde ATE tiene intervención, sino a los análisis estructurales y políticos que deben hacerse de todo un proceso que trasciende nuestro lugar de trabajo. Y sobre todo con una perspectiva de DDHH, anclado en una mirada de géneros. Eso es lo que se fue haciendo y lo que se sigue haciendo para hoy.
¿Qué cursos realizó la secretaria hasta el momento?
Se hicieron cursos de formación de delegados, de historia del movimiento obrero y se construyó un aula virtual donde las compañeras del Departamento de Géneros realizaron un curso. Próximamente haremos desde la misma aula virtual un curso para delegados y otro de formación política.
¿Cuáles son los criterios que tener la formación de un delegado?
Si un delegado solo va a conocer los procesos legales con los que se mueven, vamos a estar en problemas porque va a creer tanto el delegado como los compañeros que la resolución de los conflictos que se den en los lugares de trabajo son solamente legales. Para eso necesitaríamos abogados, pero los conflictos no son solo legales sino políticos. Resolverlos implica tener conocimientos generales de política, de economía. En este tiempo que nos corre no puede estar ajena la mirada de DDHH construida desde una perspectiva de géneros. Hay muchas cosas que fueron pensadas y construidas desde la mira masculina. Hay que empezar a darse cuenta sobre todo los varones, que acá no es cuestión de decir que les damos un espacio a las mujeres, no funciona así.
Hay que construir una mirada de igualdad basada en una discusión completamente nueva desde la perspectiva de géneros, no solo a las mujeres sino incluyendo los colectivos de géneros que hay: LGTB y demás.
¿Cómo incluís en esta mirada que propones el tema de la violencia laboral, atento a que se trata de una realidad de los lugares de trabajo? Hace poco el Senado aprobó el reconocimiento de un convenio de recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) al respecto.
Lo vemos desde la mirada de los DDHH, entendiendo que la violencia laboral es una violación de DDHH. Tratamos de romper las lógica donde se trató de ubicar a los DDHH como exclusivamente relacionados con lo que pasó en la dictadura. Eso es parte pero en el siglo XXI hay que avanzar en la discusión entendiendo que la violación de los DDHH, sobre todo nosotros que somos empleados del Estado en las distintas esferas, sea nacional, provincial o municipal, cuando cada uno de los hechos que ocurre continuamente es una instancia de violación de los DDHH.
La violencia laboral ejercida por un jefe en una repartición pública, si es avalada por la institución, es una violación fragante de los DDHH. Tener una legislación y convenios específicos como la OIT, nos ayuda para la solución legal pero si los trabajadores no comprenden la lógica de DDHH, va a ser muy difícil que podamos hacer cumplir efectivamente las recomendaciones de la OIT o las resoluciones que salgan.
¿Ante una situación concreta de violencia laboral, cuáles son los caminos que debe tomar un trabajador?
Antes que suceda la situación violencia, lo primero es que los compañeros la puedan identificar. Que no se naturalice, que no se tome como ‘es así’. Esto es lo que los delegados deben incorporar para que lo bajen a los afiliados y así entender cuáles son las formas de violencia y cómo se desarrollan. Una vez que tenemos ese cuadro están los procesos legales, podemos instar desde el CDP a que cese la situación de violencia con medidas administrativas. En el caso que fracasemos con esta alternativa veremos la vía judicial que corresponda. A su vez, tendremos que hacer la instancia política dentro del mismo lugar parta denunciar abierta y públicamente la situación de violencia laboral que ocurre. Todas esas instancias deben estar conjugadas.
Como abogado que soy no tomo el derecho como algo natural y dado para la solución del problema sino como una herramienta más, sea administrativa, sea judicial o jurisdiccional. Pero sobre todo hay que tener en cuenta que la construcción del conflicto es político. Y se tiene que aprender a valorar cuáles son las condiciones que construyen un problema político y cuáles son las salidas a ese problema político. El derecho nos servirá como herramienta si nos da la posibilidad, de lo contrario deberemos encontrar la salida en el conflicto y el debate democrático y político dentro del Estado, dentro de la institución específica.
¿Cómo aborda la Secretaria la realidad de la precarización laboral?
Primero, dentro de la formación, hay que saber cuáles son los estándares de contratación que tiene el Estado. Que no son los vigentes.
Tenemos un régimen que es el establecido por la Constitución Nacional. A partir de ahí el Estado encontró miles de formas para tratar de cambiar ese modo de contratación del empleo público. Y pasa en todos los estamentos, tanto en el municipal, como en el provincial y en el nacional. Los artículos 9 para el Estado nacional o artículo 8 para la municipalidad de Córdoba son modos de contratación particular que es establecieron para trabajadores que venían a hacer una tarea específica dentro del Estado, es lo que podríamos llamar en el sector privado el trabajo eventual.
El tema es que el Estado utilizó ese modo de contratación para suplir la planta permanente. Que haya trabajadores contratados con esa modalidad durante 10, 15 o 20 años expresa la violación de modo específico de contratación que tiene el Estado. En Anses lo contratan por Ley de Contrato de Trabajo, cuando eso está vedado para el Estado.
A veces el propio trabajador no se da cuenta de esta situación, la tiene naturalizada.
Primero tenemos que conocerlo para luego salir a denunciarlo. Para que eso suceda tenemos que comprender que se construye una lógica de argumentación en contra del trabajador estatal que es avalada incluso por los mismos trabajadores estatales. Esto es lo más triste. Encontrás estatales que putean porque los municipales ganan 100 lucas. A ver, el problema es que yo gano 35 mil en el Ministerio de Trabajo, es exactamente al revés.
Hay un modo de contratación absolutamente devaluado, que llegó también a esa situación por la poca participación del propio trabajador en la lucha sindical. Que otros trabajadores, como los municipales o los de Epec, tengan mejores condiciones laborales es resultado de que tuvieron una conciencia de lucha y de reclamo constante hacia la patronal que les permitió colocarse en un lugar, no de privilegio, sino de derechos vigentes. Y el resto del empleo público, sea por la hambruna, por el miedo generalizado o esta forma de contratación que arranca en el Estado y legaliza la precarización en el ámbito privado, hace que no se metan, que no discutan, que no queramos perder el salario, que tengamos miedo que nos echen o no nos renueven el contrato.
Entonces no logramos la participación. Y después no podemos exigirle a una asociación gremial que nos garantice algo que no estamos dispuestos a garantizarnos los propios trabajadores. Y eso solo lo podemos lograr si tenemos formación sobre dónde estamos parados. Esta es una de las vías pero no la única.
Sucede a veces en un mismo lugar de trabajo conviven trabajadores con distintas condiciones de trabajo, que terminan implicando distintos ejercicios de derechos. ¿La formación tiene que apuntar a que los derechos son universales a las los trabajadores?
En ese punto es claro que la formación es política. Te puedo dar las herramientas, explicar la legislación que asiste a los trabajadores pero sin formación política no se soluciona. Porque el mismo Estado, al avalar estos tipos de precarización termina ayudando al discurso sobre la inutilidad del Estado y de los trabajadores estatales.
Entonces hay que empezar a tomar conciencia, a entender cuáles son los juegos políticos y qué se está discutiendo más allá de mi lugar de trabajo. El problema central es que las y los compañeros pueden discutir, en el mejor de los casos, los problemas puntuales de su lugar de trabajo: puede ser la contratación, la mayor exigencia a un grupo respecto a otro, la falta de insumos, la cuestión salarial, pero no logramos romper con la lógica que todo eso está vinculado a un modo de entender la construcción del Estado que nosotros no estamos discutiendo. Y cuando los trabajadores no discutimos qué Estado queremos hay alguien que ya sabe qué Estado quiere. Por ahí va la formación.
Por ejemplo, dentro del CDP se está armando una escuela de enfermería. Está muy bien que los compañeros vengan a capacitarse, que sepa todos los gajes del oficio del enfermero. Pero si lo único que vamos a hacer es enseñar a poner suero, inyecciones, a atender pacientes, habremos fracasado.
En nuestra escuela de enfermería, el secretario de Formación, que en este caso soy yo, junto a todos los compañeros que trabajamos en el proyecto somos conscientes que eso solo no puede ser. Hay que lograr poder discutir sobre política, sobre economía, sobre DDHH, sobre géneros.
Si no nos convertimos en la misma Escuela que ya tiene el SEP y en lo que el discurso generalizado pretende que seamos. Para que se entienda: los sindicatos a la hora de buscar afiliaciones tratan de buscar mecanismos de atracción de las y los compañeros en el Estado para poderlos afiliar. Entonces te dicen que como hoy no es los ’70, donde lo ideológico construía la identidad del trabajador, entonces le al ofrecen a las y los afiliados mochilas, anteojos, viajes baratos.
Esto no quiere decir que el sindicato no deba tener una función social, pero si ese va a ser el único método para captar afiliados, nos daremos cuenta con el paso del tiempo que eso es un fracaso porque somos malos comercializando. Y el sindicato no está para comercializar. A nosotros no nos puede entrar la lógica de mercado a una actividad que está fuera del mercado. Tenemos que acompañar las mejoras sociales que podemos darle a un afiliado, con toda una mejora formativa, educativa, para que pueda comprender, incluso, el esfuerzo que hace el gremio para darle una mochila.
Porque si no pasa el tiempo y te putean porque la mochila de la lado es más linda que la tuya. Y amenazan con desafiliarse por la mochila, lo cual es un absurdo. Eso es lo que tenemos que tratar de revertir y desde ese lugar creemos que la Secretaria de Formación es importante.
Por eso trabaja en conjunto con todos los compañeros y el espacio está abierto. La idea es que cualquiera que quiera traer algo para formarnos tenga su lugar, lo pongamos sobre la mesa y se trabaje. Los técnicos que tenemos en el gremio serán los que hagan las propuestas, pero este proyecto va a tener una visión política para poder acompañar esa formación. Creo que eso es lo que nos ha estado faltando.